Desde hace tiempo, había aprendido a aceptar que mi melasma era algo con lo que tendría que vivir. No soy de las personas que gastan fortunas en productos de belleza, así que siempre opté por lo más accesible, aunque nunca obtuve grandes resultados.
Las manchas seguían ahí, recordándome que no había mucho que pudiera hacer.
Un día, mientras revisaba redes sociales, vi a una chica hablar sobre una crema llamada Luminia. Lo que más me llamó la atención fue su sencillez al explicarlo, no lo hizo ver como algo milagroso ni caro.
Decidí probarla, casi por curiosidad más que por confianza.
Al principio, no noté nada diferente, pero seguí usándola porque su textura era agradable y no irritaba mi piel como otras cremas. A las seis semanas, empecé a ver cómo algunas manchas se difuminaban y mi piel parecía más uniforme. Hoy, aunque todavía no me considero una fanática de las cremas, debo admitir que Luminia superó mis expectativas.
Lo que más me gustó es que está hecha de ingredientes naturales como concha de nácar y limón, y eso me hizo sentir más tranquila al aplicarla.
Sin duda, ha sido una experiencia diferente para mí, y aunque no soy de dar opiniones en productos de belleza, creo que esta crema merece que lo diga: ¡funciona!